9 de agosto de 2011
Querido Pedrovi, sálvame, hoy ha sido un infierno (físicamente hablando)
Querido Pedrovi, sálvame, hoy ha sido un infierno (físicamente hablando)
Hoy
nos hemos levantado más tarde porque nos hemos dormido. En una hora
hemos hecho los 4km que quedaban a Sarria, paramos a tomar un zumito
y hemos seguido explorando la ciudad. Hay mucha gente sobre todo en a
Rúa de los Albergues, pues está a 100km de Santiago, distancia
mínima que hay que recorrer para obtener la Compostela, así que
mucho empiezan desde aquí.
Ya
adentradas en el casco viejo, te puedes encontrar con muchos
edificios religiosos, como el convento de la Magdalena, la iglesia
del Salvador y también vimos un muro precioso en el que estaban
pintados peregrinos de otras épocas. Creo que pertenecía a un
edificio pero ahora no me acuerdo cuál... Pasamos por el mirador y
salimos de Sarria, para adentrarnos de nuevo en el bosque, por una
fresca senda muy apacible.
Aún
así, el calor empezó pronto, hoy iba a ser la etapa más larga que
íbamos a hacer, más de 30km.
Paramos
a comer en Ferreiros, donde paramos más de una hora a descansar,
pues nos quedaban 9 kilómetros a Portomarín, al principio del
camino habríamos hecho esta distancia en poco más de una hora, pero
estábamos destrozadas, así que descansamos al máximo. Antes de
llegar a Ferreiros llegamos al mojón del km 100, distancia mínima
para hacer el camino a pie, por lo que estaba lleno de pintadas y de
piedrecitas, bueno, te mandé una foto al móvil cuando lo vimos.
Eran
más de las dos y hacía mucho calor en Ferreiros, algunos peregrinos
marchaban en autobús, al parecer hacían un pequeño tramo andando y
luego el autobús les recogía. Iban hasta Portomarín, ellos
legarían en 15 minutos, nosotras tardaríamos más de dos horas, que
frustrante.
En
el merendero en el que comimos y descansamos, lo pasamos en grande,
empezamos a recordar historias pasadas, y nos reímos como locas, la
hora de comer ya había pasado, por lo tanto todos desertaron y sólo
quedaban peregrinos que pasaban por delante haciendo su camino,
pasaban por delante nuestra y veían que nos estábamos riendo como
dos niñas, debían de pensar que estábamos locas o borrachas jajajajaja
Retomamos
el camino, este fue el peor día físicamente hablando, desde hace
unos días tenía unas rozaduras en los talones que en ese momento
casi me impedían andar, le dije a Elisa que se adelantara para que
no perdiera el ritmo, casi no podía más pero con un pequeño
esfuerzo conseguía avanzar un poco, menos mal que no me sentí así
durante toda la etapa, pocos kilómetros antes de llegar a Portomarín
me seguían doliendo, pero ya no tanto como antes, así que conseguí
recuperar el ritmo normal y alcancé a Elisa. Cuando yo ya estaba
mejor, a Elisa le empezó a doler la rodilla, le pasaba cada vez que
bajaba cuestas, y en ese tramo eran todo cuestas, ahora que yo me
recuperaba era ella la que se quedaba atrás por el dolor en su
rodilla. Entre una y la otra ya pensaba que no llegábamos. Un
peregrino nos animaba a seguir, a pesar de que eran las 4 de la tarde
había muchos peregrinos caminando con nosotras bajo un sol de
justicia. Uno puso música en el móvil y bajó la cuesta bailando la
canción de “The boys does nothing” de Alesha,
que gracioso, aunque si yo me hubiera puesto a hacer eso hubiera
muerto en el intento.
Mamá me llamó, y le dije que ya estaba en Portomarín para que no se
preocupara, ya que si se enteraba de que ya había andando tantas
horas le daba un chungo fijo. Me dijo: “andaaa pero si ya hemos
estado allí! Fuimos un día a comer el pulpo, no te acuerdas? Es el
pueblo este de las casas blancas no?” Se me quedó cara de póker,
no recordaba haber estado en el pueblo hasta que lo vi, así que le
dije a todo que si...
Divisamos
Portomarín a lo lejos, las casas blancas que mamá me decía, con
todos los tejados grises, las casas se organizan a diferentes
niveles, era otro paisaje que era digno de postal.
Vemos
un gran río al llegar, con ganas de tirarme de cabeza. Para subir a
Portomarín había que subir muchas escaleras, lo justo ya.
Los
albergues estaban llenos, así que íbamos a pasar nuestra primera
noche en un pabellón, que estaba enfrente de una iglesa, que la
verdad no me fijé demasiado por el cansancio. Sentarme fue una
bendición. Había una gran cola para entrar, donde Elisa vio a unos
peregrinos que vimos en La Faba, les dijo que éramos de Ponferrada y
le dijeron que estaban asombrados de que allí los pinchos fueran
gratis, que no lo sabían xD
Las
colchonetas ya estaban colocadas en el suelo, pillamos dos libres,
tendimos la esterilla sobre ella y sacamos los sacos. No sé cuantos
eramos, pero había más de 100 personas, creo que me quedo corta,
quizás el doble. Ah, y encontramos otra vez al Hawaiano! A Elisa
casi de la un chungo xD
Las
duchas eran un desastre, eran comunes entre hombres y mujeres, por lo
que nos duchamos en bikini, aunque alguna gente se metía en pelotas
directamente, había azulejos rotos, estaba sucio.. vamos un
desastre. Ese día por lo tanto, no pudimos lavar la ropa.
Salimos
a comprar la cena y fuimos a una droguería, yo compre unos apósitos
para las rozaduras, algo caros pero eran mano de Santo, y Elisa se
compró alcohol de romero, me estuve acordando todo el camino del
abuelo, ya que muchos peregrinos lo usaban, y cuando me venía el
olor me acordaba mucho de él, cuando todas las noches papá le daba
masajes con el alcohol de romero en las piernas para que le bajara el
hinchazón.
Cenamos
a las puertas, unas ensaladas de bote ya preparadas, me gustan mucho, pero estas llevaban una salsa y estaban un tanto asquerosas, fuimos al baño y nos acostamos en las colchonetas,
donde se estaba muy a gusto, increíble pero cierto. Lo único malo
es que la gente hacía lo que quería, entraba a la hora que quería
y no se callaban, aún así conseguimos dormir bien.
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